SI CARIÑO...

Uno cuando cuenta estas cosas, siempre dice que le contó un amigo, lo escuchó a un compañero de trabajo, etc.  En mi caso, lo presencié en unos "grandes almacenes". Yo no soy mucho de poner la oreja (esa virtud es más de mujeres), pero dado el "numerito" que estaban montando, no tuve mas remedio que apalancarme en mostrador para contemplar tan bello panorama.  Una señora (como ustedes) se estaba probando ropa  y el que supongo que era su marido, esperaba pacientemente, con el brazo izquierdo lleno de prendas, a que su mujer saliera del probador. Con una mirada angelical, la bella señora (unos 50 años, curtida en mil batallas y con unos cuantos galones en la solapa derecha, vamos, capitana general de su vivienda) le dice:

- ¨Cariño, ¿como me sienta esto?"...

El pobre señor, porque no se le podría calificar de otra manera, la dice:

- "Mi vida, estas estupenda".

La mujer, con cara de estupor y desencajada, con un tono estridente de voz (una soprano a su lado tendría voz angelical) le suelta:

-¨¿Es que no ves que no me queda bien? ¿no tienes ojos en la cara? ¿o me das la razón como a los tontos?¨

El pobre señor, que no sabía por donde meterse, intenta razonar con ella diciéndole cosas como ¨mi amor, te sienta muy bien¨, ¨yo te veo estupenda¨... Pero estas palabras lo único que consiguieron fue encender a la señora que empezó a soltar improperios contra su marido.  Al cabo de unos minutos, el pobre señor, con la cara más colorada que un tomate, soltó un grito a los cuatro vientos y la mando a freír espárragos delante de todo el mundo. Dejó caer toda las prendas que llevaba en el brazo y, con paso ligero, busco las escaleras mecánicas para salir cuanto antes de ese embrollo.

Yo, que soy un hombre de mundo (recuerden, el último ejemplar de la estirpe del macho ibérico), bajé detrás y, en la puerta de la calle, intenté hablar con él...

El  hombre empezó a soltar cosas sobre la mujer, tales como que si le daba a probar la comida y decía que le gustaba, le insultaba porque estaba sosa... Que si estaban viendo la película en la tele y le preguntaba si le estaba gustando y le contestaba que sí, que no tenia ni puta idea de cine... Que si le gustaba el cuadro que había comprado, al responder que sí, le decía que era muy feo y que lo había comprado para probar su escaso gusto por el arte...  Al final, el hombre resignado me dice:

-¨¿Y si alguna vez le respondo que no me gusta?

Intentamos razonar un poco las posibles respuestas, buscando alternativas, planes de estudios, incluso llevar el caso a alguna universidad para que estudiaran esta patología rara de las "féminas".  Entonces, apareció por detrás como una energúmena y a grito pelado le dijo:

-¨¿Quieres dejar de hablar y me coges las bolsas?¨

El pobre hombre asintió y, con una voz dulce y melodiosa, le contestó:

-¨Sí cariño ...¨