La vida que no pudo ser...

Después de una suculenta comida rodeado de buenos amigos, en las que no faltaron nuestras típicas conversaciones de hombres, (ya saben ustedes, sexo, fútbol y poco más), regreso a mi casa con la sensación de bienestar, de seguir siendo el macho ibérico que soy, de ser un hombre especial. Tengo un buen coche, tengo una bonita casa, tengo a mis amigos, mi familia, vamos, que no me puedo quejar.  En un semáforo, está quieto y con síntomas de frío, un hombre de raza negra intentado vender algún paquete de cleanex y ambientadores para coches, pasando desapercibido para la mayoría de los conductores. Esta indiferencia me duele.  Me duele en el alma pensar que esta noche no tendrá un sitio donde dormir, una cena caliente, un baño donde asearse como todo hijo de vecino. Por un momento, me quiero poner en su lugar...

Y en un momento de reflexión y de profunda admiración por ver como afrontan la vida, me doy cuenta de que soy muy afortunado. Mis padres se han matado a trabajar por sacar adelante a mis cuatro hermanos y a mí. Eran otros tiempos y otras las necesidades, pero si había algo en casa, era para nosotros. Jamás salimos de vacaciones, pero no importaba. Nunca nos faltó un regalo para reyes ni para nuestros cumpleaños. Estudiamos todos. Mi hermano y yo hicimos la mili y no nos faltó dinero nunca durante el año que estuvimos fuera.  En definitiva, no vivíamos en una casa grande y no teníamos lujos, pero nunca nos faltó nada. Por un momento, me quiero volver a poner en su lugar...

Y me pregunto: ¿tendrá familia?, ¿hijos?, ¿padres?, ¿amigos?. La desidia y desesperación humana hace que, por necesidad, tengan que salir de sus países dejando atrás a sus seres más queridos; viajar (normalmente) en condiciones infrahumanas, y una vez en España, sentir la desesperación de no encontrar el país soñado, las expectativas para salir adelante, un trabajo digno, un salario para poder subsistir. Se ven abocados a la mendicidad, a vender periódicos, pañuelos, ambientadores, a pedir en puertas de supermercados, a guardar sitios para que aparquen los coches a cambio de propinas, a ponerse en las puertas de establecimientos para intentar dar pena... Sigo pensando que somos muy afortunados y, por un momento, me vuelvo a poner en su lugar...

A pesar de que les ayudo con dinero o comprándoles comida, sé que lo que estoy haciendo es alargar su agonía, su desesperación. Su gratitud y su sonrisa, su "gracias jefe, muchas gracias"  hacen que me sienta mucho peor, porque sé que sus pensamientos estarán en alcanzar la vida que nosotros tenemos, por suerte divina, porque nos ha tocado vivir en un país situado en Europa o porque Dios miró a otro lado y les tocó a otros... No sé por qué, no encuentro más explicaciones del porqué les tocó vivir en países donde se matan entre ellos, sus políticos son los más corruptos del mundo, donde las mujeres son meros objetos sexuales, donde....  Donde el hombre civilizado mira como norma general hacia otro lado.  Y me pregunto ¿qué puedo hacer más? ¿qué podemos hacer más por esta gente?.

El momento de seguir estando en su lugar, en su pellejo,  se rompe cuando se el imbécil que tengo detrás me pita para que siga conduciendo... Comienzo de nuevo a conducir para llegar a mi casa, donde me espera mi mujer, donde me daré una ducha con agua caliente, me cambiaré de ropa, me tomaré una copa de vino y esperaré a que unos amigos vengan a cenar. Ahora es cuando comprendo que nuestras ayudas son insuficientes y mis actos de generosidad no dejan de ser actos de limpieza de mi conciencia.

Maldigo por momentos ser un macho ibérico y el último hombre de mi estirpe...

2 comentarios:

  1. Genial amigo. (lo único que me gusta menos es lo de "hombre de color". Por lo demás, como siempre, genial.
    Abrazote inmenso.

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    1. Llevas razón amigo. De una forma u otra todos somos de color, por lo que aprovecho para pedir disculpas si mi comentario ha llevado a confusión o interpretación distinta a la que quería dar. Así que recojo ese guante y cambio por "hombre de raza negra" con la única finalidad de explicar lo que veía. Un fortísimo abrazo

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